El investigador ante el asesino en serie y los psicopatas (Parte 2)


EL INVESTIGADOR ANTE EL ASESINO EN SERIE Y LOS PSICÓPATAS


PARTE 2


INDICE

PARTE 1 (Ver Parte 1)

Aclarando conceptos.
1.1 El asesino en masa.
1.2 El asesino múltiple.
1.2.1 Asesino excursionista.
1.2.2 Asesino en serie.
Conocimientos básicos desde el punto de estudio médico psiquiátrico.
2.1 ¿Es diferente el funcionamiento del cerebro de un asesino en serie al de una
persona normal?
2.2 Diferencias entre el asesino psicótico y asesino psicópata.
2.2.1 El psicótico.
2.2.2 El psicópata.


PARTE 2

La escena del crimen.
3.1 Escena de un delicuente organizado.
3.2 Escena de un delicuente desorganizado.
El perfil de un asesino en serie.
5. La víctima.
El reto del investigador
Caso Real
7.1 El albañil y las ancianas


3. LA ESCENA DEL CRIMEN.
La escena del crimen es el principio, la base de la investigación, y es primordial sacarle todo el partido posible antes de desvirtuarla. Cuando hablamos de la escena del crimen perpetrado por un asesino en serie, sabemos que no es una escena corriente, y que en ella se van a observar características peculiares, y la psicología juega un papel importante y por ello para una mejor comprensión de ésta cuando el autor que se busca es una personalidad desequilibrada mentalmente se habla de un crimen desorganizado, y por el contrario cuando el presunto autor presenta una personalidad psicopática hablamos con toda seguridad de un crimen organizado.
Es fundamental discernir el tipo de criminal al que buscamos, ya que su forma de actuar y su propia personalidad es completamente diferente, y así mismo lo son sus actos y comportamientos, lo que influirá en las lineas de investigación que se marquen así como el tratamiento de los posibles sospechosos.
Es fundamental tener una visión completa de la escena del crimen para valorar si el criminal es organizado o no, y cobra una gran importancia la víctima. ¿Qué tipo de víctima ha elegido el agresor, es una víctima de bajo riesgo o de alto riesgo para los fines del criminal?.

3.1 LA ESCENA DEL CRIMEN DE UN DELICUENTE ORGANIZADO.
Quizás la característica principal del delicuente organizado es su capacidad para planificar su crimen. Sus víctimas son generalmente desconocidas, y emplea trucos o engaños para ejercer su control, facilidad de palabra, éstos son inteligentes.
Al tener un total control sobre sus actos éste adaptará su comportamiento a las circunstancias. Otro de los detalles característicos es la utilización de su propio equipo para la realización del crimen, su vehículo, su propia arma o los utensilios que va a necesitar. Este borrará las huellas que ha dejado, manipulará la escena del crimen para confundir al investigador e incluso trasladará el cadáver de lugar. Así mismo otro de los detalles particulares de las acciones de éstos sujetos es la apropiación de objetos pertenecientes a la víctima o a la propia escena con el objeto de poder recrear a posteriori su acción.
El asesino en serie organizado irá perfeccionando sus crímenes y si se descubre una cadena de crímenes con un mismo autor, será el primero de ellos el que nos pueda dar más información acerca de su autor, y seguramente será el más cercano a su lugar de residencia.
La escena por tanto, será escueta en contarnos cosas y muchas de las veces lo que se descubrirá será el cadáver al cabo de un tiempo y el autor se habrá encargado de eliminar todo rastro que le pueda indicar como sospechoso, y eso en el mejor de los casos, ya que otras tantas veces ni siquiera se recupera la víctima. Hay que recordar que permanecen cientos de jóvenes desaparecidas en toso el Estado, que quizás hayan sido víctimas de un asesino en serie psicópata.

3.2 LA ESCENA DEL CRIMEN DE UN DELICUENTE DESORGANIZADO.
El delicuente desorganizado es por lo general una persona desequilibrada y por tanto la escena que aparece ante el investigador refleja el desorden de su mente. Este no escoge a sus víctimas de una manera lógica, por lo que a menudo no llega a su fin por que su víctima a podido reaccionar a tiempo y abortar su acción. El no planifica y a veces falla. Son víctimas de alto riesgo.
Cuando logra su fin, las víctimas presentan grandes heridas por la resistencia de éstas, el agresor a menudo actúa rápidamente sobre ellas golpeandolas para eliminar toda resistencia y dejarlas inconscientes, les cubre la cara o las desfigura, no le interesa la personalidad de su víctima, al contrario que el asesino organizado.
El asesino desorganizado no lleva su equipo y a menudo utilizará objetos a su alcance en el momento de la agresión para consumarla, objetos que luego aparecen en la propia escena del crimen.


4. EL PERFIL DE UN ASESINO EN SERIE.
Que sencillo sería para el investigador que el criminal dejase su tarjeta de visita en el lugar de los hechos. Aunque no es lo que sucede, indirectamente el autor deja muchos datos que solo la habilidad del equipo de investigación puede ir reuniendo y completar parte del rompecabezas.
Para ello hay que basarse en el estudio pormenorizado de la escena del crimen. Qué tipo de víctima ha elegido, como ha llevado a cabo el crimen, el arma utilizada, cuanto tiempo ha podido llevarle su acción, si ha agredido sexualmente a su víctima y de qué forma, escena organizada o desorganizada, etc..
El perfil que se realice del sospechoso indicara las recomendaciones sobre las lineas de investigación a seguir, y en caso de haber un sospechoso, la mejor forma de interrogarlo.
La Unidad de Ciencias del Comportamiento del F.B.I. hace un retrato bastante escueto y generico de un típico asesino en serie:
Varón entre 25 y 35 años, de raza blanca. La mayoría de las veces mata personas de su misma raza. La edad de sus víctimas es muy variada, dependiendo de los gustos del asesino. Su nivel intelectual y su nivel social son muy variables, así como los de sus víctimas. Estas son generalmente desconocidas para él, y hasta el trágico momento de su encuentro nada parece haber en común entre ellos. Puede estar casado, tener hijos y un buen trabajo. O puede ser tan inestable que sea incapaz de trabajar o que lo haga muy irregularmente. Puede no ser capaz de mantener relaciones con el resto de la gente, lo que lo convertiría en un solitario.
Como ejemplo del trazado del perfil de un asesino vemos como lo realizo Robert Ressler en un caso que presentaba una escena desorganizada y un crimen brutal.
El perfil: Varón blanco, edad entre 25 y 27 años; delgado, aspecto desnutrido. Su lugar de residencia debe de estar extremadamente descuidado, y se hallarán en él pruebas del crimen. Historial de trastornos mentales, y seguro que ha consumido drogas. Será un tipo solitario que no se asocia ni con varones ni con mujeres, y posiblemente pasará mucho rato en su casa, donde vive solo. Sin empleo. Recibe quizás algún subsidio social. Si reside con alguien, será con sus padres; sin embargo, esto es improbable. No ha estado enrolado en la marina; fracaso en la escuela secundaria o la universidad.
Previsiblemente sufre una o más formas de psicosis paranoide.
Según escribe Ressler la esquizofrenia paranoide se manifiesta por primera vez generalmente en la adolescencia. Sumando 10 años a un supuesto inicio de la enfermedad a los quince situaría al asesino en el grupo de veintitantos años. Ressler pensó que el asesino no sería mucho mayor por dos razones. Primera: La mayor parte de los homicidas sexuales tienen menos de veinticinco. Segunda: si era mayor, y su edad se acercaba a los treinta, la enfermedad debía de haber sido tan abrumadora que ya se habría traducido en una serie de homicidios aberrantes sin resolver.
Más detalles: El individuo tenía que ser un hombre delgado y larguirucho, los esquizofrénicos introvertidos no suelen comer bien, no se preocupan por la alimentación y se saltan comidas. De manera similar, desatienden su aspecto y su aseo. A nadie le gusta vivir con éstas personas, de modo que el asesino debía de ser soltero.
Cuando el sospechoso fue detenido se pudo comprobar que el perfil de Robert Ressler coincidía plenamente.
Es evidente que un buen perfil realizado en base a los datos obtenidos pueden ayudar en una investigación. Un estudio en profundidad de la escena y todo lo que rodea al caso es fundamental así como la ampliación de la búsqueda a otras localizaciones por la posibilidad de encontrar casos similares que podrían tener relación entre ellos.


5. LA VICTIMA.
Las víctimas es un apartado muy importante a la hora de establecer un perfil del criminal, ya que en función del tipo de víctima tendremos una visión más clara de cómo puede ser el asesino.
Podemos hacer dos grupos bien diferenciados, víctimas de alto riesgo y víctimas de bajo riesgo. El grado de riesgo viene determinado por el tipo de vida de la víctima, ocupación, o lugares que frecuenta. Así víctimas de alto riesgo serían por ejemplo prostitutas, vagabundos personas que hacen auto-stop, etc.
En el segundo grupo, el de bajo riesgo estarían madres de familia que viven en un barrio residencial por ejemplo, con un estilo de vida ordenado o lo que se denomina normal para la mayoría de las personas.
El riesgo se evalúa por las circunstancias que rodean a la víctima, y cambios en el estilo de vida podrían colocar a una víctima de bajo riesgo en una de alto riesgo.
En éste punto la elección de la víctima por parte del criminal variará en función de su personalidad, y la aceptación del riesgo por parte de éste en función de sus necesidades.
Un criminal puede asumir un alto riesgo si está convencido de que no será capturado, de que su situación de tensión es tal que no le permita considerarlo, que sea emocionalmente inmaduro, o quizás busca una excitación de modo vital para cometer su acto.


6. EL RETO DEL INVESTIGADOR.
El método más acertado para solventar la mayoría de los crímenes, es la predicción de la conducta basándose en motivos conocidos. En los crímenes en serie violentos, el motivo es desconocido para el investigador, por lo que éste tendrá que solucionarlo acercándose en la dirección opuesta, es decir, conociendo perfectamente la conducta del agresor.
Para conseguir la obtención de un perfil del criminal con suficiente entidad para darnos una imagen lo más aproximada a lo que buscamos, hay dos conceptos que deben ser aceptados por el investigador:
1º - Los agresores en serie violentos y de tipo sexual, generalmente ha hecho realidad su crimen en sus fantasías antes que con una víctima real.
2º - La mayoría de las conductas satisfacen un deseo o necesidad.
Aceptando estos dos conceptos básicos, un investigador puede deducir lo que el agresor desea, qué necesidades tiene y la conducta que se va a apreciar en la escena del crimen.
En los crímenes sexuales violentos en serie, para comprender tanto la escena del crimen como el perfil del agresor, es tan importante la evidencia física como la psicológica.
El principio de intercambio: cualquiera que entra en la escena del crimen toma algo de ella y deja atrás algo de él.
Se ha demostrado que utilizando principios básicos de psicología y aplicados a las evidencias físicas, nos da la impresión del hombre que cometió el crimen.
Lo primero que hay que considerar para trabajar el perfil de un agresor es la escena del crimen. Es un documento viviente de las acciones del agresor y es la base para las interpretaciones objetivas. Hasta el detalle más ínfimo nos puede proporcionar una valiosa visión. Una vez reunidas las evidencias físicas, y la reconstrucción científica del crimen se ha hecho, se puede seguir.
Hay que investigar la naturaleza de la conducta del agresor respecto a los elementos físicos del crimen. El investigador no se puede cuestionar la moralidad del agresor, el único problema importante es cómo capturar o neutralizar al individuo responsable.
La pregunta para el investigador especializado es ¿Qué visión proporciona en la moralidad del agresor su propia conducta?.
La conducta del agresor nos puede indicar lo que ha hecho en el pasado, presente y lo que hará en el futuro.
Es evidente que un buen perfil realizado en base a los datos obtenidos pueden ayudar en una investigación. Un estudio en profundidad de la escena y todo lo que rodea al caso es fundamental así como la ampliación de la busqueda a otras localizaciones por la posibilidad de encontrar casos similares que podrían tener relación entre ellos.

7. LOS CASOS REALES.
En éste capítulo iremos desgranando varios casos criminales, intentando encuadrarlos en las diversas clasificaciones que se han comentado con anterioridad. Nos encontraremos con criminales psicópatas, psicóticos, casos acaecidos tanto en el Estado español como fuera de el, que nos sirven para ilustrar una amplia galería de personajes y circunstancias, así como a sus víctimas inocentes, las cuales se cruzaron en el camino de estos sujetos.

7.1 EL ALBAÑIL Y LAS ANCIANAS.
Ocurría en Santander, el se llama José Antonio Rodriguez Vega. Entre 1987 y 1988 mató a 16 ancianas en sus casas. Es lo que denominaríamos un psicópata desalmado,
un asesino en serie. Sus víctimas tenían entre 60 y 90 años, vivian solas en sus casas.
Tras su detención todo el mundo decía lo mismo, su familia, los policías e incluso su abogado lo catalogaban de loco peligroso, psicópata, sádico, fetichista, gerontófilo, obsesivo.
Los médicos del psiquiátrico penitenciario de Carabanchel concluyeron en su examen que Rodriguez Vega era un psicópata desalmado imputable de los crímenes cometidos y que en ningún caso se trataba de un enfermo mental.
Rodriguez Vega actuaba siempre por las mismas zonas. No dejaba rastro, había elegido un tipo de víctima que junto con su modus operandis dejaban pocos indicios de que lo que en principio era una muerte natural se trataba de un homicidio cruel. Los forenses iban certificando las muertes como naturales, cuando la realidad era bien diferente.
Vega les tapaba la boca y la nariz produciéndoles la muerte por asfixia o paro cardiaco.
Cuando el número de ancianas fallecidas empezó a ser preocupante y la hija de una de las víctimas empezó a alzar la voz en el sentido de que su madre había sido asesinada, la macabra carrera de Vega comenzó su final.
Se detectó que las ancianas fallecidas habían solicitado los servicios de una persona para realizar una serie de trabajos en sus domicilios. Se comprobó que tres de ellas habían contratado a Rodriguez Vega para ello.
Al investigarle se descubrió que había estado procesado por violación, y tras un interrogatorio y un registro domiciliario se confirmó su autoría en los crímenes.
En su casa tenía una especie de museo de los horrores, en donde había recopilado objetos personales de sus víctimas, y un detalle que llamó fuertemente la atención fue su obsesión por el color rojo, el cual presidía toda la habitación.
Rodriguez Vega encuadra perfectamente en el perfil de un psicópata desalmado en serie. Catalogado como un chico normal. Procesado por cuatro violaciones, consiguió el perdón de tres de sus víctimas. La exploración psiquiátrica que se realizó entonces, salvo un cierto nerviosismo, no se le apreciaba enfermedad mental alguna de tipo psicótico.
Se le conocía por sus buenas maneras y labia, afable, delicado y con excelentes modales. De esta forma se ganaba la confianza de sus víctimas. Sin embargo analizando su pasado se observan problemas de relación con sus padres, casado muy joven y separado con un hijo.
En éste caso se hizo evidente la necesidad de una mayor colaboración entre la policía y la medicina forense.

FIN


Aviso!!!





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